22 septiembre 2009

Javier Couso y la Constitución del Bicentenario: “La llave de todo cambio la tienen los herederos políticos de la dictadura”

El abogado de la PUC y Doctor en política social de la Universidad de California analiza la carta de derecho fundamental del 80 y afirma las razones sobre la necesidad de reformar la Constitución. El jurista, académico UDP y miembro de Océanos Azules (grupo programático de Frei), explica porqué no se ha hecho nada en 20 años y cómo se puede hacer esta reforma, de cara al Bicentenario.

Por Claudio Morales

¿Por qué es necesaria una nueva Constitución?
Por que esta Constitución tiene elementos que no apoyan la democracia, sino que conspiran contra el sistema democrático, como las leyes orgánico-constitucionales o de “supermayoría”, como el sistema binominal, o como la forma en que está diseñado el Tribunal Constitucional. Las primeras, porque hacen imposible modificar cuestiones sin contar con el consenso entre los herederos del régimen militar y los que no lo son. Si no se cambian las leyes orgánicas constitucionales hoy es porque requieren un quórum tan alto que sólo con el concurso de gobierno y oposición es posible cambiarlas.

¿Cómo cuáles?
Como la LOCE que teníamos, que era de la dictadura. Para cambiarla, a la LGE, se necesitó del acuerdo entre quienes querían cambiarla y quienes querían defenderla. En una democracia normal con la mitad más uno, uno cambia las leyes. Aquí se requiere, en el caso de las leyes orgánicas, un 62%.

Se critica mucho “el pecado de origen” de la Constitución, el hecho de haber sido establecida durante dictadura, ¿es ese realmente un problema?
Es un problema simbólico, pero si se cambiaran estas cosas que estoy planteando, más algunas otras, como la prohibición de crear empresas del Estado si no es con ley de quórum, si se eliminaran estas tres cosas que te planteaba, el origen sería irrelevante. Sería simbólicamente malo, pero irrelevante en la práctica.

Hay juristas, como Fernando Atria (UAI), que han sostenido la existencia de una suerte de trilogía antidemocrática, entre estas leyes de quórum, el TC y el binominal. ¿Le parece que estas instituciones no permiten el desarrollo de la democracia en nuestro país?
Hemos trabajado juntos con Fernando y sé que estamos muy de acuerdo en esto. Estos son los tres elementos que son parte del diseño de la “democracia protegida”, son los ejes que protegen al sistema político chileno de la democracia. El modelo queda entonces protegido, la llave de todo cambio la tienen los herederos políticos de la dictadura, que son la oposición hoy en día. Si ellos no están de acuerdo en conceder un cambio en las leyes orgánicas, no se cambia. Y sigue prevaleciendo la postura de la época dictatorial, cuando había un 100% de quórum de los cuatro miembros de la Junta Militar, como dijo Roberto Garretón.

Entonces, ¿cambiar esta trilogía sería un avance?
Sería un cambio sustancial en la Constitución, porque sería una carta fundamental en la que quedaría claro el principio de que la mayoría manda, eso daría para rebautizar la Constitución como la del Bicentenario. Además, le quitarías el carácter que tiene hoy, ésta Constitución perpetúa la legislación heredada de la dictadura, a menos que la mayoría de estos herederos estén de acuerdo en modificarla. Si tú cambias estas tres cosas tienes un animal distinto, otra Constitución. Tú esencialmente la cambias cuando la democratizas. Estas tres reformas las hemos llamado, en Océanos Azules, las “Reformas Democratizadoras de la Constitución”. Si sacas estos tres elementos, dejas sentado el principio de que la mayoría manda, que es algo que hoy no tenemos.

Llevamos casi 20 años de gobierno concertacionista, ¿Porqué no se ha hecho nada al respecto?
Por distintas razones. Si lees el programa de la Concertación del año ’89, en él estaban estas cosas. Pero en esa época, y como esta transición fue pactada entre los que tenían el poder militar y quienes querían democratizar el país, no había correlación de fuerzas para haber impuesto estos cambios. Y después los gobiernos de la Concertación, simbolizados por Lagos que creía que cambiándole la firma se acababa el problema, cometieron el error de no dimensionar que estaban todavía estos tres elementos de la democracia protegida subsistiendo. Fue una mezcla de falta de poder político en el año ’89, y luego falta de conciencia política en 2005.

Algunos constitucionalistas, como el ya citado Atria, han sostenido que no es tan relevante el contenido del documento, si no más bien quién lo interpreta. ¿Es importante, entonces, el contenido de la Constitución?
Yo discrepo de aquello, creo que la gente que interpreta la Constitución es representativa de la política que hay en un país determinado. Siempre entre los jueces del Tribunal Constitucional va a existir un grupo bastante conservador y por lo tanto, creo que el sesgo ideológico neoliberal que tiene la carta de derechos fundamentales a mi sí me gustaría cambiarlo, discrepo en eso con Fernando. Si tú no tienes un tribunal que sea capaz de defender cada letra y cada coma de lo que dice el capítulo de derechos fundamentales, se vuelve menos relevante lo que ahí dice, pero creo que sí hay un sesgo neoliberal y cuasi autoritario en la Constitución. Mezclado con otras cosas que son socialdemócratas, como dice Eduardo Aldunate (PUCV). Es una constitución “equeko”, como menciona Pablo Ruiz-Tagle (UCH), una combinación híbrida entre este sesgo neoliberal y los derechos fundamentales, que tiene elementos del social cristianismo, elementos del Tomismo católico, elementos del pensamiento constitucional social del siglo XIX y también aspectos neoliberales. Es un menjurje.

¿Qué le parece la designación de Marcelo Venegas (ex DINACOS) como presidente del Tribunal Constitucional?
Impresentable. Ni en términos técnicos es considerado un gran jurista o constitucionalista, ni en términos políticos es aceptable que un ex miembro de la Dictadura sea representante del órgano que debe defender los derechos fundamentales y promover y proteger la democracia chilena. Insisto en lo que mencioné en una entrevista que di hace poco en el Mostrador (.cl), cómo le explicamos a un extranjero que la segunda autoridad del país sea el presidente del Senado, Jovino Novoa, y cuyo currículo es haber sido subsecretario general de Gobierno bajo la dictadura militar más dura del país. Y además, el presidente del TC, el organismo encargado de velar por los derechos fundamentales de los ciudadanos, fue ex director de DINACOS, la entidad encargada de censurar bajo la misma dictadura. No entendería nada.

¿Fue un error, como lo ha mencionado Carlos Ominami, que Ricardo Lagos haya afirmado (y firmado) una nueva Constitución en 2005, con las reformas que implementó?
Sí. Insisto, si Lagos le hubiese quitado estos tres elementos de democracia protegida que quedaban, habría tenido todo el sentido del mundo hacer un gesto como el que hizo. El problema es que estaba firmando y con eso aparecía él apoyando esta Constitución que tiene estos tres elementos indefendibles desde la teoría democrática, aparece como prestándole ropa a esta Constitución con incrustamientos autoritarios.

En un escenario más actual, ¿Con qué candidato hay más posibilidades de cambiar estos elementos antidemocráticos de la Constitución?
Si gana Piñera no hay ninguna alternativa de que esto ocurra. Piñera no tiene ningún incentivo a hacerlo y por lo demás no ha hablado al respecto. Si gana Frei tampoco es algo obvio, porque aún cuando Frei quisiera, si aquí la derecha, o algunos juristas de la derecha, no están de acuerdo en empezar un proceso de reflexión para redemocratizar nuestra Constitución, no se podría. Ellos tienen la llave de la transición a una nueva Constitución. A menos que el Gobierno quisiera saltarse la institucionalidad vigente y eso, me parece, que no están dadas las condiciones objetivas políticas para que eso ocurra. El país probablemente sentiría, la población, que se está faltando a las reglas. Sería bajar el prestigio del presidente, e inmediatamente éste se echaría para atrás. O sea, post Zelaya, podríamos decirlo, no veo cómo, si no hay un acuerdo nacional importante, entre por lo menos juristas de izquierda, de centro y de derecha, que le propusieran al país un mecanismo para extirpar de la Constitución estos elementos heredados de la Dictadura y de carácter autoritario, se podría hacer. De alguna manera aquí hay una especie de zapato chino, cuesta salir de esto. Y si ganara Marco tampoco veo mayor diferencia, ya que sería un presidente aún más débil, sin el apoyo de los partidos.

¿Qué lugar tiene en este proceso de cambio una Asamblea Constituyente?
Si yo fuera presidente plantearía una cadena nacional para discutir estos problemas y convocaría a una suerte de comisión Rettig, pero de cambio constitucional, en que invitaría a un grupo plural de juristas y cientistas políticos de todas las ideologías, una comisión solemne a propósito del Bicentenario, que le dijera al país cómo redemocratizar su Constitución. Si existiera ésta comisión, que le dijera al presidente “esto hay que cambiarlo”, sería difícil para la derecha política negarse a estos cambios. Si tú extirpas estas tres cosas y redemocratizas la Constitución no necesitas una Asamblea Constituyente. Además de que hay un mito en torno a una Asamblea Constituyente, hay una cosa que la gente no entiende y es que no hay ninguna razón para pensar que la derecha va a sacar menos del 40% en esa asamblea, ninguna. Y éstas operan con quórums más altos que la mitad más uno, porque están haciendo una Constitución, no están haciendo una ley. Entonces en ese contexto, yo no veo muchos problemas si tú lograras hacer esto en una reforma constitucional consensuada, porque al sacar estos tres elementos dejas que la democracia decida cosas. No necesitas poner todo en la Constitución. Las cosas que quieras hacer, las haces, con ley simple, sólo tienes que conseguir mayoría. Pero para eso primero hay que terminar con el binominal, para poder construir mayoría. Hay que terminar con las leyes orgánicas para que una vez que construiste mayoría puedas legislar en el Congreso. La Asamblea Constituyente es un medio, no es un fin. Y es un medio que encuentro necesario si logras sacar estas tres cosas.

¿Hay un poco de pasión en la idea de llamar a una Asamblea Constituyente?
Sí, creo que es simbólico. Pero la gente que quiere Asamblea Constituyente imagina procesos como el de Evo Morales, y en Chile eso no va a ocurrir. Tenemos una derecha muy derechista, muy importante y que tiene mucho apoyo popular. Yo estaría contento con democratizar mi Constitución, para sentirla mía. Porque no la siento mía, porque no es democrática.

¿Cuáles son los proyectos de Océanos Azules en estas materias?
Nosotros entregamos nuestro proyecto, que son todas estas ideas, y como toda comisión programática, el candidato Frei tiene que ver qué toma y qué no toma. Trabajamos muy bien, hubo mucho consenso y estamos a la espera de que tome lo que hicimos.
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